domingo, 3 de mayo de 2009

Psicosis mexicana


A Eduardo, gracias por todo...


No soporto los hospitales. El peculiar olor a desinfectante me produce asco, mareos y delirios, aunado al amargo que desprenden las medicinas. No es que yo posea el mejor olfato del mundo y pueda distinguir cada una de las sustancias que flota en el aire pero sí lo suficiente como para identificar aquellas que detesto. Varias veces he sido víctima de miradas reprobatorias por parte de mi familia cuando no visitaba a equis pariente que estaba internado; me tacharon de ingrata y desapegada a los valores familiares sin derecho de réplica. Pero no me gustan los hospitales, es todo.


Hoy tengo que aguantarme. Esta epidemia tiene al país de cabeza, se dio la alarma en los noticieros hace un par de meses, creo que fue en abril, cuando el presidente de la república dijo que el departamento de salud manejaría a la perfección el asunto con brigadas de vacunas pero el virus no cedió. Esta mañana escuché en el radio de mi celular un reporte: veintidós mil quinientos mexicanos han muerto por la enfermedad y casi medio millón están hospitalizados, el departamento de salud no sabe qué hacer con tantos contagiados. Los programas de chismes no paran de sorprender a sus televidentes anunciando la muerte de los famosos y protagonistas de telenovelas.


En el aeropuerto donde trabaja mi hermano todo es caos, los vuelos internacionales están vetados pero hay muchos turistas esperando que abran sólo uno para huir lo antes posible del país. Eso sí, sólo a los extranjeros, los mexicanos no tienen por qué abandonar territorio azteca ya ni por prescripciones médicas, se ha dicho que lo que deba suceder por salud sucederá aquí. En las salas de espera duermen en el suelo contrario a las órdenes de las brigadas por convertir el aeropuerto en otro foco de infección.


Lo que me tiene de mal humor es mi boleto, cada vez que pienso en él no puedo evitar bufar de coraje. Pasaron años para que la banda de heavy metal más importante de la década, qué digo de la década, de la historia, decidiera dar un concierto espectacular y nos invade la epidemia. Con toda la razón que poseen cancelaron, ya no habrá fechas y dudo que lo repongan. Tengo sus discos, me sé sus canciones, he seguido su trayectoria y fueron el icono de mi rebeldía durante tanto tiempo; mi boleto era de la sección A, hasta adelante para tener a mis ídolos lo más cerca posible. El concierto se quedó en el limbo de lo inanimado, lo intangible.


Lloré, por supuesto que lloré, me encerré en mi habitación y puse a todo volumen un disco de ellos mientras en televisión repetían una y otra vez las declaraciones del manager porque ellos no se debían arriesgar de esa manera y le mandaban un saludo a los mexicanos, deseando que se curara la epidemia. Pero ese concierto era todo en mi mente desde que hace meses confirmaron su visita. Todo estaba saliendo de control y el boleto seguía en su sobre manila, el mismo en que llegó, el hermoso papel que me servía para contemplar y llorar.


Hace dos días vi lo que nunca, un vehículo del departamento de salud paseaba por las calles y el zócalo rociando una sustancia al por mayor, como en las ciudades tropicales cuando es época de fumigación. El aire no olía a guayaba como en otro tiempo para matar mosquitos, era más bien un olor ácido nada parecido a los cítricos, no podría describirlo. Junto a una estatua bailoteaban dos hippies mientras rociaba el vehículo, cantaban y decían que querían recibir todo el elixir salvador para vivir tan felices como siempre. Quizá estaban drogados, no lo sé, pero eso explicaría que no tuvieran sus respectivos cubre bocas y guantes de látex como yo. A las nueve de la noche el presidente de la república dio un comunicado, su secretario del departamento de salud acababa de fallecer. La sangre se me heló un segundo, no por el funcionario muerto sino por el mensaje de texto que llegó en ese momento: también había fallecido mi amiga de toda la vida, Isela.


Creo que Isela era mi única amiga verdadera y sinceramente no recuerdo que alguna vez en su vida se haya enfermado, tenía la salud de hierro que las hipocondriacas o anoréxicas compañeras le envidiaban. Su mamá me dijo que no tendría un servicio funerario como hubiese deseado, por órdenes médicas el cuerpo debía ser cremado cuanto antes, tampoco valía la pena que me apresurara a alcanzarlos al hospital –en contra de mi gusto por ese lugar- porque ni a ella le permitieron estar con el cadáver de su hija. Cómo odié los caprichos de la vida – ¿o de la muerte?- e Isela no estaría conmigo para decirme que dejara de hacer coraje.


Volví a llorar, ya no supe si lloraba por el boleto del concierto, por el novio que no había visto en semanas o la mala suerte que corrió mi amiga. Antes de la epidemia había pasado muchos años sin llorar, no tenía algo que valiera mis lágrimas. El metro estaba cerrado, cómo diablos iba a cruzar la ciudad para llegar a la sala funeraria donde reposarían los restos un par de horas. No quise saber nada del mundo y reté mi salud quitándome el cubre bocas y los guantes para fumar un cigarro sentada en la banqueta de mi calle. A la tercera bocanada de humo llegaron dos policías a llamarme la atención y escoltarme hasta la casa.


Estornudé una, estornudé dos veces y no había nadie en casa. Volví a estornudar, tenía la nariz roja e inflamada, me dolía la cabeza y estaba mareada. Me recosté en la cama y puse música por todo lo alto, canté muy fuerte y abracé mi boleto; creo que volví a llorar pero no paraba de estornudar. No tenía idea de la hora, qué extraño que en la madrugada mi familia no estuviera en casa si la puerta se cerraba a las doce y yo siempre era la última en llegar pero me dolía mucho la cabeza como para pensar en llamarles por teléfono. Qué egoísta y desapegada me estaba volviendo. Quise caminar al cuarto de mamá, a lo mejor llegaron mientras tenía la música a todo volumen pero las piernas no me respondían como hubiera querido, temblaban y era imposible caminar. La visión se me nubló y en un segundo caí desmayada.


-Señorita, señorita, ¿está usted bien?- dijo un hombre, poco a poco su imagen cuadraba ante mis ojos.


-¿Qué pasó, dónde estoy?¿Quién es usted, y usted?


-Tranquila, señorita, se acaba de desmayar. Estuvo inconsciente como un minuto, de repente se desvaneció y las enfermeras la acomodaron aquí en la camilla. Soy el doctor Muñoz, está en el Seguro, llevaba un rato en la sala de espera.


-Doctor, por favor, deme consulta, estornudé y tengo miedo, por favor quiero que me vacune. ¿Qué día es hoy? ¿Verdad que abril aún?


-Señorita, no pasa nada. Si gusta le daré vitaminas pero las vacunas se las estamos administrando a las personas vulnerables, usted se desmayó porque son las doce del día y anda en ayunas, eso dice su hermana, fue a llamar por teléfono. Si se siente más tranquila le daré la consulta. Y sí, aún no termina abril. Ahora pase al consultorio, vamos a atenderla.


El olor de los hospitales sigue siendo insoportable ante mi nariz y estómago, todavía lo tengo presente en el mareo. Llegando a casa la vi parada en la puerta, Isela estaba furiosa.


-Siempre tarde, Laura. Llevo un rato esperando que aparezcas y ni contestas el celular. Vamos a apurarnos porque muero de hambre.

11 comentarios:

  1. Oye, gracias por la dedicatoria. Y por lo de la psicosis... qué te puedo decir yo que estoy al lado del hervidero...

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  2. Laura:

    Hasta el día de hoy, lunes, me pellizque y la carne sigue ahí, es decir, todavía no soy un zombie ¿Y cuando lo sea, encontraré por ahí a Milla Jojovich? No lo sé.

    Mientras disfruto de como las hormigas me dejan ver su vida en la redondez de un buscapiés de lodo

    Un abrazo

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  3. Eduardo: Gracias a ti, cuidate de la tos cochina.

    Luis Daniel: Yo traté de auto medicarme cuando empecé a estornudar y no encontré nada. Saludos!

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  4. laurita!!!!!! esta maldita influenza
    esta acabando con mi vida social...
    en todos lados se habla de lo mismo
    es nuevo tema de conversacion en las reuniones
    espero verte pronto kalabaza
    te mando un gran abraso y beso
    P.D. usa cubrebokas porfavor
    claudia chakon

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  5. y esto va así.

    Son tantas las teorías y tesis sustentadas por el correo, que ya las creo todas y cada una de ellas. Isela muerta, sí, eso está bien. pero después...

    un saludo. Un saludo luis daniel, chombre, cuánto tiempo. Desde Chiapas, hace dos años, qué peda y qué charla. Se extrañan. Un abrazo

    Eduardo, vaya señor, hasta que te veo en letras. Un saludo y un abrazo "señor".


    im not here... Cría puercos y te sacarán los mocos.

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  6. eres la escritora de los temas de moda, la "Pepilla Origel" de las letras, ¿cuando te animarás a escribir algo relacionado con los cárteles del narcotráfico?, ¿o la guerra sin cuartel que el presidente está realizando contra ellos?, bueno, a lo mejor esos temas no hacen llorar a tus personajes que creo que son "emos" existencialistas, chavitos cortavenas, de flequillo al lado y lagrimones en las mejillas, ja ja ja, bueno, ahi te lo encargo, ya sabes, el narco se va a poner de moda otra vez cuando pase lo de la influenza. Saludos.

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  7. Gracias por sus finísimos comentarios, señor Goytia, tiene usted un pseudónimo en verdad hermoso. Mis lectores sabrán juzgarme como la "Pepilla origel" campechana, eso se lo dejo a ellos. Por cierto, ¿cuándo tendré el placer de leer uno de sus laureados y excelentes escritos? Ha de ser usted la eminencia que me haga el favor de instruirme, por favor, señor, ilústreme con más consejos. Eternamente agradecida, Pepilla.

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  8. Lino: haz un carrufo con mota y métetelo en donde más confianza te tengas (... y donde esté de moda, por supuesto).

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  9. Lino Goytia:

    Yo no sé, y tal vez se deba a mi reducido criterio, donde ves lo ""emo"" a los personajes de laura. Para empezar imagina que pierdes a tu mejor amig@ sin siquiera haberte despedido de él o ella, yo, sin ser ""Emo"" estaría destrozada; y me sentiría francamente REQUETEMAL, si teniendo boletos para ver a, en mi caso a "HIM", suspendieran el concierto y me quedara sin nada, inclusive sin reembolso.

    Otra cosa, antes de llamarle "emo" a algo, tal vez sería bueno que investigues de donde fregados proviene tal denominación y a qué se refiere. (Digo ¿has oído canciones o siquiera has oído hablar de "Rites of Spring" o "Embrace"?) De cuando fregados acá los ""emos"" -hablando del uso actual de la palabra y al que tu haces referencia, es decir los chiquillos babosos con flecos en la cara y vestidos de negro y rosa- son existencialistas? De donde!! Insultas a Kierkegaard por favor. El existencialismo es algo demasiado... simplemente DEMASIADO, para que lo abarates de tal modo.

    Por cierto y si no lo sabías, el "Emo", es un género musical que surgió a mitad de los 80's con influencias principalmente del punk y su subgénero hardcore y del post hardcore, los cuales se "sensibilizaron" y con el cual se buscaba transmitir una mayor emotividad, en la letra y sobre el escenario. El "emo" original no tiene nada que ver con los chamacos esos paliduchos con lagrimitas en la cara. Lamentablemente, y esto no es tu culpa, el término ha degenerado de un modo horrible hasta llegar a esos "pseudo algo" y cortavenas, que se hacen llamar así.

    Saludos Lau, buen post y disculpa mi perorata, no lo pude resistir =P

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  10. Ángel, anónimo,tranquilos, es un post, no un foro de discusión, pero se podría crear uno para discutir temas como estos. Tienes razón Ángel, hay que investigar, pero yo pertenezco al vulgo inculto y no me interesa averiguar qué son los "emos", para qué, de todos modos lucen chistosos.
    Anónimo, la verdad tu comentario hacia mí, es bastante soez, al menos Ángel pidió una disculpa, no se espera menos de tí...

    Laura, no soy una eminencia, solo soy un lector y así percibo tus textos, el hecho de que vea las cosas como las veo no me hace culto ni experto en la materia. Lo que yo escribo no es ni mejor ni peor que lo que escribes, en literatura las comparaciones son inútiles, pero algún día compartiré algo contigo, lo prometo.

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  11. saludos... Laura, la transposición al final es muy de golpe, si kerías causar efecto sorpresa con el final... plantear algo así como ke todo fue producto de la fiebre o gripa o enfermedad del personaje intradiegético... y sí, el tema pareciera intrascendete, pero ké tema no lo es al final... el oficio está siempre en cómo se narra... igual y toma en cuenta lo ke se consideran clitchés, o apuntadores metafísicos como dice milan kundera, o el inconsciente colectivo de Jung, o el "sense comun" de la tradición filosófica, sobre todo en Kant, para darle otro matiz no sólo a los temas, también el 'color' de los personajes... como te comenté antes: siempre tienes un personaje al ke podrías poner como la piedra angular en tus narraciones, y partir de ahí para abandonar la simple anécxdota, pero eso ya dependerá de cómo uses los desmbragues y cambios de narrador, espacio y tiempo... la transposición, pues...

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