viernes, 21 de agosto de 2009

Chicas buena onda


Para las amigas buena onda que se quedaron lejos... pronto las alcanzaré.
Admito que a mi edad soy una traumada con la vida. Es común de las personas mayores quejarse por todo, pero yo soy una de ellas sólo que en el cuerpo y generación de una veinteañera. Esto lo descubrí por la afirmación de mi amiga Vivian, víctima de la moda y todo tipo de sucesos (y excesos) de momento.


-Nada te gusta, Laura. Los tiempos cambian y hay que vivirlos, vayamos al Rave de Jimmy, verás que se pone de pelos.


Me negué, me dio miedo. Imaginé que al momento de destapar mi primera cerveza con la música electrónica a todo lo que da llegaría la policía a llevarnos a todos, me “amarrarían como puerco” para subir a la patrulla y mamá pasaría la vergüenza de ir a recoger a su hija a los separos de Seguridad Pública.


-Como quieras, Lau. De vez en cuando hay que conocer chicos buena onda pero si no te late ni modo. Te marco mañana, sweety, muaaa.


Nos despedimos. Me reconcilié un momento muy breve con Dios para pedirle de favor que los policías no la llevaran a los separos y si conocía a algún chico buena onda que este no le diera pastillitas de colores.


Sí, yo era una traumada preocupada por todo pero no puedo hacer nada al respecto, es mi sello de fábrica y cuando estoy a punto de transgredir esa ley personal visualizo a un juez gigante y yo muy pequeña delante de él pidiendo misericordia por mis travesuras. Acto seguido, ardo en las llamas de un infierno que no tiene nada que ver con el que nos pintan en la iglesia o la escuela primaria.


Al día siguiente mamá tocó a la puerta de mi recámara para pedirme que pusiera la televisión en el noticiero de las tres de la tarde. En pantalla un reportero daba nota de una redada masiva (no estoy segura si es el término correcto pero el hombre lo dijo así) donde levantaron y “amarraron como puercos” a muchos muchachos en cierto lugar a orilla de la playa.


Los organizadores afirmaron que todo estaba en perfecto orden con el evento, que ellos nunca molestaron a ningún vecino y las cervezas eran totalmente lícitas, hasta pidieron permiso para las horas ininterrumpidas de música electrónica pero nadie les creyó. Al fondo de la pantalla distinguí a mi amiga brincoteando como una desquiciada en medio de varios “chicos buena onda”.


-¿Ya ves, Laura? Qué bueno que no fuiste a esos relajitos. Si un día te lleva la patrulla ni creas que iré a pasar la vergüenza de sacarte de Seguridad Pública- dijo mamá cuando me llevaba al malecón.


Siempre he pensado que cada cosa que me sucede es por dos motivos: mala suerte y/o predisposición lugar-tiempo de las circunstancias. Lo mismo para el ejercicio, era mi primera tarde para caminar a lo largo del malecón y luego de avanzar cincuenta metros la vi ahí sentada con un espécimen masculino, rubio y con cuerpo de modelo Calvin Klein.


Vivian me saludó de beso y presentó a su novio, se llamaba Dean y era de California, un “chico buena onda” al que conoció en el mencionado por noticieros Rave de Jimmy.

Durante los cinco minutos que estuve con ellos se besaron un montón de veces mientras ella me contaba lo bueno que era Dean para ciertas cosas como bailar electrónica y surfear.


-Lástima que no fuiste, Lau, Dean llevó varios amigos guapísimos, si quieres le digo que te presente a alguno para salir en parejas- me comentó Vivian de lo más entusiasmada a lo que me quejé falsamente de mi decisión.


Mientras se besaban de nuevo me fui a paso veloz a lo largo del malecón.


-Hijita, sal, te busca Vivian, está en la sala- avisó mamá en la puerta de mi cuarto mientras leía el clímax de “Las brujas”.


Junto a mi amiga estaban Dean y otro modelo Calvin Klein.


-Vístete, Lau, vamos a dar una vuelta, ya le pedí permiso a tu mamá y dijo que sí. Ándale, no seas mala onda.


El auto deportivo de Dean tenía no sé cuántos caballos de fuerza pero como no tengo idea de términos automovilísticos diré que era propulsión a chorro marca ACME. Aceleró y aceleró, siguió acelerando por el malecón mientras sorteaba la vista entre Vivian y el camino, la música electrónica a todo lo que daba y un Red Bull en los labios.


No recuerdo si lloré porque el otro modelo Calvin Klein quería besarme a la fuerza o por haber visto toda mi vida pasar delante de mis ojos cuando Dean chocó contra el poste. Me despedí del modelo con una buena cachetada y de Vivian con mis ojos llenos de lágrimas mientras la patrulla llegaba al vehículo y subían a los tres “amarrados como puercos”.


En el noticiero local mostraron la fotografía “fichada” de los dos californianos y hablaron de una muchacha más en cuestión que los acompañaba pero como era hija de un conocido político no se afirmó ni negó nada. Hasta para eso Vivian tenía buena suerte.


-Cámbiale a la tele, Lau- me pidió una prima adolescente- quiero ver mi novela argentina. ¿Te imaginas ser una chava tan buena onda y reventada como Jena, la protagonista?

8 comentarios:

  1. jaaaaaaaaaaa.... por alguna extraña razón... esto... no supera a la realidad..
    te quiero mucho

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  2. Bueno laurita, creo que cada cosa pasa por una razon... tampoco enserrarse en tu casa es lo correcto pero bueno ... hay que tener precaucion ...


    No te dire que en Xalapa eso no pasa, pero adoro leer tu blog... es muy divertido ...


    aiosin!!!

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  3. Nada te gusta, Laura. Los tiempos cambian y hay que vivirlos.

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  4. Lo bueno es que no te "amarron como puerco" sino saldrìas en la tele imitando al "Ferras", quien por cierto fue el Rey del carnaval del cereso de veracruz.
    http://www.youtube.com/watch?v=lmRkjllH_UE

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  5. Nicté: Nada supera la realidad. Igual te quiero.


    Iris: espero que no nos suceda algo qué lamentar aqui en Xalapa. Saludos y buena suerte.


    Eduardo: ya sabes que soy muy exigente jajaja pero procuraré soltarme la greña.


    Daniel: el "Ferras" es un personaje inmortal. Saludos! gracias por el link

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  6. Tenemos que encender un cigarro,
    simular ser un cowboy y que sí,
    inventamos el catalejos,
    el robo a mano armada,
    los cartuchos maltratados
    por un lío de faldas

    Nada de pastillitas de colores
    ni puerquitos en el patria o muerte,
    es cambiar el nombre de Circe a Laura
    y bailar –hasta el amanecer- la Bamba

    Yiiiiija!

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  7. Luis Daniel: siempre habrá tiempo para bailar la Bamba, sobre todo si me convierto de Circe a Laura.

    Un beso y muchas gracias.

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