sábado, 19 de septiembre de 2009

Enemigos íntimos



Ya pasó un mes. La rutina de los días es casi la misma para esta época del año. Me gusta la privacidad que gozo últimamente, mi departamento está aislado del resto de la casa y los demás cuartos… donde vives. Te he observado como tú a mí, la diferencia es que cuando pienso que estoy sola tu mirada viene de algún lado y me acompaña largo rato sin que me dé cuenta. No sé si es un halago o una invasión a la privacidad de la cual alardeo.


Sabía que vivías aquí, en los departamentos, había escuchado rumores de los demás o algunos te llamaban. A veces no tenías la precaución de caminar despacio: golpeabas cosas viejas en el pasillo cuando llevabas prisa. Las horas en la escuela me tienen largo tiempo fuera de casa, por eso no sé qué haces todo el día. Seguro sales a pasear como todos, pero lo dudo; enseguida se nota que lo tuyo es la vida nocturna. No es que me importes más de lo que debería, pero siempre he sido muy curiosa con todo el mundo, hasta contigo.


Una vez la chica que vive en el departamento de arriba me habló de ti. Dijo que nadie entendía tu comportamiento, eras un ser extraño, distinto de los que ella había conocido, con cambios de humor y actitud que delataban tu instinto. Tampoco me interesa descubrirlo. Te vi de frente hace dos semanas. Debo admitir que tienes unos ojos muy bonitos, ya quisiera yo un color y forma así. El tipo de ojos que trata de decir mucho pero no revela nada. No tenía caso sostenerte la mirada, para qué. Mejor te evadí y seguí mi camino. Te ofendiste, me di cuenta por el ruido extraño que hiciste pero me da igual ignorarte o no.


Me fijo que te asomas a la ventana cuando llego, escuchas el ruido que hago para abrir mi puerta y a veces maldigo por tardar en hacerlo. Por eso sé que me observas a través del cristal. A lo mejor esperas que traiga a alguien a casa. Eso es asunto mío. Pero puedes estar tranquilo, no ha sucedido ni sucederá. Debes conocer mi horario, ya sé que me espías y soy bastante predecible. No puedo hacer nada para evitar tu curiosidad, se te da de forma natural. De todos modos no estaré mucho tiempo aquí, la atención de los demás volverá a ser toda tuya.


Me dijeron tu nombre y lo olvidé, ¿ves cómo me tienes sin cuidado? Si tuvieras conciencia de ello te ofenderías mucho. No sé si sepas el mío pero es algo que no me quita el sueño, como tampoco me lo quita que a veces rondas la puerta de mi departamento en las noches. Calmado, amigo, no te atacaré porque sé que no entrarías y tampoco tienes motivos para hacerlo. Aunque, para ser sinceros, ya hemos intimidado un poco, grave error. Aquella tarde en la sala nos dejaron solos, yo estaba entretenida en mi computadora y tú con cualquier cosa. Era inevitable que te pusiera atención si te acercaste y para estar ahí a mi lado un buen rato. Cuando te quise hablar, me evadiste.


Ya deberías aprender modales o no serás aceptado en ningún lugar. Hace dos noches nos vimos en la puerta de la casa. Yo llegaba cansada de tomar clases y tú te ibas quién sabe a dónde. Te sostuve la mirada porque no me molesta ver el color de tus ojos y dentro de mí te desee buena suerte en lo que pudiera suceder durante tu aventura. Ahora son días de lluvia, desde temprano cae la tormenta con todo y rayos y es imposible salir porque las calles se inundan o no deja de llover hasta entrada la madrugada. Por eso nos encontramos en la sala común: yo no puedo ir a mis clases vespertinas ni tú a los paseos que acostumbras. No te culpo, tampoco me gusta empaparme en la calle.


Ayer rompiste el hielo de la peor manera. Otra vez solos en la sala, te quise hablar y tú fuiste directo a los hechos. Te me echaste encima como si te hiciera daño y me quisiste rasguñar el cuello porque no te seguí el juego con la pelota. Afortunadamente soy más grande e inteligente que tú y me defendí aventándote. Maullaste. Me miraste con los ojos bien abiertos y te preparabas para atacarme de nuevo pero te pegué y huiste. Lo siento, no fue mi intensión pero es la supervivencia del más fuerte. Te fuiste altivo, con la cola levantada y las uñas aún visibles.


Ahora somos enemigos. Pero descuida, no te molestaré porque tienes una ventaja: me desagradan tus maullidos y soy alérgica al pelo que sueltan los de tu familia, los siameses.

5 comentarios:

  1. jajaja oyee neta tuviste un encuentro agresiivo con un gatoo?? jajajja cuentamee

    ResponderEliminar
  2. Ali, alias Anónimo: no tengo buena relación con los animales. Afortunadamente, yo gané.

    ResponderEliminar
  3. Laura:

    Amo los perros; desde niño he tenido uno. No tengo nada contra los gatos, y mucho menos si son coquetos, pero esta historia por poco hace que Chincho pidiera un crédito hipotecario para cambiar el Popotito22 por un Lamborghini Diablo y así invitarte a salir.

    Afortunadamente volvió a la calma y en estos momentos se chuta sin parpadear su Boing de manzana.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. ¿Intensión?
    intensión s. f.
    1 Intensidad de una acción o una cualidad.
    2 Fase de la articulación de la voz en que los órganos articulatorios abandonan el estado de reposo o una posición determinada para adoptar la posición requerida para articular el sonido.

    Creo quisiste poner intención:
    intención
    f. Determinación de la voluntad en orden a un fin.
    fig.Instinto dañino de algunos animales.
    Cautelosa advertencia con que uno habla o procede.

    ResponderEliminar
  5. Luis Daniel: me da miedo subirme al Lamborghini porque no quiero ensuciarlo con mis zapatos mugrosos. Aún así, un beso para Chincho.


    Anónimo: muchas gracias por la corrección, siempre me equivoco con esa palabra, creo que es la tercera vez y no aprendo.

    ResponderEliminar