viernes, 11 de septiembre de 2009

Fórmula infalible


El hecho de que México sea un país en vías de desarrollo (porque tercermundista se escucha muy feo ahora que está próximo a cumplir doscientos años) se ve reflejado en todo, desde las chozas que miro a través de la ventana donde tomo clases de poesía vanguardista hasta los centavos que acaba de subir el azúcar y la tortilla. Pero a grandes males grandes remedios y como el mexicano burócrata u obrero no puede hacer nada en contra del gigante que se le presenta en forma de deudas, mejor las olvida un rato o al menos las disfraza. Para contrarrestar los dolores sirve de jarabe la televisión.


Muchos la llaman la caja idiota, a otros nuestras abuelas nos dijeron que íbamos a quedar ciegos de tanto verla pero a dicho invento le debo gran parte de mis alegrías y recuerdos generacionales (cómo olvidar las caricaturas japonesas o a Chabelo). El mexicano promedio no lee, va poco al cine (aquí no cuentan los churros hollywoodenses) y para entretenerse ve la televisión. Podrá no saber suficiente de historia nacional pero qué tal si le preguntamos de las novelas donde salía Thalía, de Cuna de lobos o las producciones de Emilio Larrosa. Nos sorprendería relatando detalles que a conciencia cualquiera hubiese olvidado.


Las telenovelas han sido la mina de oro de los productores debido al éxito arrasador que obtienen. Me atrevo a opinar porque a lo largo de dos décadas sobre la Tierra he visto gran cantidad de melodramas y no me da pena compartirlo. Seguramente al ama de casa le gusta sentarse en las tardes a ver cómo Paloma lucha contra una tía desalmada que le mata a sus novios o por las noches, mientras espera al esposo gordo, suspira con los pectorales de un actor cubano en escena de cama. También a la adolescente soñadora la ilusiona pensar que un día conocerá a un joven rico y guapo que la llevará a vivir con él a Las Lomas y se casarán en la Basílica de Guadalupe, todo esto mientras hace la cola para las tortillas.


Una frase célebre dice que la religión es el opio de las masas, estos días me atrevo a decir que las producciones de televisoras mexicanas lo son. Hace algunas décadas dieron en el clavo con la fórmula infalible: el hombre rico se enamora de la chica pobre. Al encontrarse en estratos sociales diferentes deben hacer lo posible (e imposible) para defender su amor puesto que siempre habrá villanas de por medio, embarazos por noches de borrachera, hijos bastardos que regresan años después y compañías millonarias en disputa familiar. Las tramas de este tipo consagraron a actrices como Lucía Méndez, su archirrival Verónica Castro, Thalía (ahora toda una neoyorkina) y los venidos a menos Peniche, Camacho o Ferrara.


Pero los tiempos cambian y los productores no son nada tontos. No les vendría mal hacerse un poquito más millonarios ahora que el azúcar y la tortilla subieron, por ello necesitan seguir vendiendo sus novelas para llevarlas al resto del mundo (¿quién dijo que México no exportaba cosas de calidad a Europa y Asia?). Si los príncipes extranjeros se casan con “plebeyas” (que ostentan carrera con maestría e incluso doctorado) ¿por qué la chica de las tortillas no habría de casarse con un sobrino de Slim? Como ahora todo es posible (aunque lo dudo, obviamente) hay que innovar a la televisión mexicana por otras vías.


Se nos adelantaron un poco los colombianos con una producción de gran éxito, acogida hasta por EUA: Betty la fea. Se trata de la transformación de una mujer fea en toda una belleza ejecutiva. Wow. Sorprendente. Exitoso. La novela arrasó en varios países y cómo no, a quién no le gusta ver cómo una inteligente pero espantosa secretaria se enamora de su guapo jefe y es rechazada por FEA para luego conquistarlo siendo una despampanante modelo.


Reitero, los productores no son tontos y ya ficharon a los adolescentes. Saben que son una máquina del consumismo. Ahora transmiten la versión mexicana de Patito Feo (originalmente de Argentina) donde ocurre lo mismo: una niña con brakets y lentes es despreciada por sus compañeras bonitas para luego aparecer como el cisne más lindo del colegio, por la que babearán los adolescentes populares y guapos. Y este melodrama terminará siendo un éxito, un clásico de la televisión y cultura mexicanas. Los productores sí que saben hacer dinero volviendo hermosas a las feas. (Qué bueno que no la transmitieron en mi época de brakets).


Pero me da curiosidad una cosa, ¿alguna de las ochenta y cuatro bellezas que se disputaron la corona de Miss Universo hace algunas semanas habrá sido una Patito Feo en su colegio? Lo dudo pero esperaré que algún día se los pregunten en la ronda final. Mientras, habrá muchas novelas para ver en el horario estelar.

6 comentarios:

  1. Chale laurita, como siempre justo en el clavo, nos encanta ver como nuestras historia se pueden ver reflejadas en caras como la de la tipa de patito feo, para ser sincera las pocas novelas que e visto e tenido que verlas contal de estar con mi mama, porque a ella le encanta ese tipo de cosas pero en fin, asi la quiero ...


    El martes viajaré a mi tierra natal, estoy ansiosa, de mientras tengo que hacer unos ajustes...


    aiosin!!!

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  2. Laura:

    Debo confesar que me gustaba mucho Tatiana, pero no se lo digas a nadie; te lo digo porque sé que me guardarás el secreto

    Besos

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  3. Pero Betty la fea no se convierte en una modelo. La Betty colombiana resultó bonita, pero no despampanante, en la versión de EU es difícil ver a América Ferrara como alguien que terminará siendo una "modelo". Creo que su éxito también radicó en eso -sobre todo en su versión colombiana-: una revisión de la belleza común (salvo las modelos, casi todos los personajes podríamos decir que eran casi feos).

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  4. Y por cierto, Cuna de Lobos es del dramaturgo Carlos Olmos. Hugo Argüelles dijo que Catalina Creel era "el mejor personaje que había dado la telenovela mexicana en la historia".

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  5. Iris: yo vi muchas novelas por gusto pero comparto parte de tu opinión. Espero la pases bien en Chiapas. un saludo!!


    Luis Daniel: yo le mandé una carta a Tatiana. Saludos!


    Eduardo: sí, la colombiana resultó más bonita que Angélica Vale (quien siguió siendo gorda). y comparto lo de Catalina, el maestro Argüelles no se equivoca. Un clásico.

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  6. ¿què pedo con este club de espalditas rascadas plàcidamente?

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