jueves, 16 de julio de 2009

Lluvia veraniega


Confieso que no fue muy agradable atravesar las calles del centro con la blusa empapada ceñida al cuerpo, dejando ver ridículos dibujos de mi ropa interior; pero lo hice. La molesta lluvia que me tomó por descuido y el mal gusto de algunos conductores de pisarle al acelerador para mojarme completa no impidieron que llegara a mi destino.

-¡Bienvenida! Acabas de hacer tu aparición como una de mis fantasías- saludó lo más cortés que pudo M.

Cuando envié el mail para convocar a una junta por motivos de la fundación, propuse que fuera en un café, la terraza de M o de perdida en mi casa pero no, la mayoría escogió un bar porque estaba recién llegado Tristán (quien me ha pedido no revelar su verdadero nombre por sus problemas con políticos y otras célebres personalidades) de su estancia en el Ecuador.

El brillante compañero estuvo estudiando la lengua de una etnia y sus manifestaciones literarias. Ahora regresaba a casa acompañado por una aborigen. No tengo idea de cómo se entendieron porque la ecuatoreña no entiende ni pío de español, bueno, sí la tengo pero mis pensamientos son pecaminosos. Sobra decir que su etnia vive en una zona recóndita plagada de mosquitos y un calor infernal. De todos modos, la chava está de buen ver.

Por alguna razón los encuentros que tienen que ver con la fundación se realizan en presencia de alcohol. Es una ironía porque Cleotilde rara vez en su vida probó los tragos y los que seguimos en la tierra no podemos decir lo mismo de nosotros.

Esa noche de lluvia veraniega nos reunimos M, Tristán y su vieja, Leonarda y yo. Era viernes, los amigos de los amigos tuvieron las primeras fiestas del verano en casa de los amigos de sus primos. Qué bonito, en nuestro universo todos son cuates.

-Le saqué copia a los dos poemas que vienen en la agenda de Cleotilde, a lo mejor podemos analizarlos un poquito para escoger uno- propuse a mis amigos pero más bien le echaba el ojo a las salchichas enchipotladas que llegaban a la mesa- un cuate de Aguascalientes quiere publicarlos en su revista.

-Calmada, maestra, calmada- interrumpió M- estamos festejando aquí al investigador de lenguas olvidadas que regresó con éxito y una mujer de Ecuador. ¡Salud!

¡Salud! Me resigné. Leonarda no me hacía caso porque discutía en francés con su novio por teléfono. Son días calurosos pero la blusa empapada me daba frío y la música duranguense, escalofríos.

-¿Cuánto tiempo llevan en el bar?- pregunté. Por fin Leonarda colgó su mugroso teléfono alta tecnología.

-Como tres horas. Aquí vimos un partido de fut.

Eso lo explicaba todo. M estaba tan borracho que sacó a una mujer de mediana edad a bailar “Pero te vas a arrepentir” dándole machucones a cada rato. La mujer lo empujó y regresó a su lugar. Gajes del oficio, seguramente salió a ligar y le tocó un impertinente que no tiene sentido del ritmo.

-Yo quería que termináramos esto de los poemas porque mi cuate de la revista me dijo que cuanto antes mejor- dije.

-Escogiste un mal día, Tristán dijo que va a pasar una semana festejando su regreso al país y que está vivo. Por poco se lo echan en el Ecuador.

Pedí que me contaran la historia. Llegó una cortesía del barrista, eran como seis botanas diferentes. Me guiñó el ojo. Viejo mañoso. Maldita blusa mojada.

-Esto pocos lo saben- comenzó a narrar el investigador de lenguas perdidas- me persiguen autoridades del Ecuador, unos negritos del Departamento Cultural de las Etnias Rezagadas. Sucede que me robé unos textos muy valiosos para ellos, un traductor al que le pagué con ropa limpia y cigarros mexicanos me leyó en español dos de las historias y se parecen mucho a los cuentos de Chéjov, tienen una estructura bien compleja como las que usa Propp. Como me gustaron me los robé.

Atacamos a Tristán por su pendejez y falta de seso al robarse documentos de una etnia olvidada por la globalización.

-Y ahora que me traje a Burata quiero que ella me enseñe a hablar la lengua calamí porque tengo la traducción de los textos pero nada como investigarlos yo solito. Chingón, ¿verdad?
No queda duda, Tristán es un arriesgado y pendejo. Ahora no sólo es odiado por las autoridades de muchos estados de México.
Bueno, hay más pendejos que él, M le leyó los poemas de Cleotilde a la mujer de la otra mesa en un gesto de disculpa por los pisotones. Como lo rechazaron de nueva cuenta, se consuela haciendo el ridículo bailando reguetón él solo como todo un loco. Lo mejor es coger las llaves de su auto para llevármelo a su casa, necesita meterse a dormir y yo quiero pasar a la mía para cambiarme esta blusa húmeda y volver con los demás.

7 comentarios:

  1. Ese tal M necesita ayuda, me cae. Y al barrista no se le escapa nada al parecer, pero, ¿quién podría al ver esa imagen tuya (con todo respeto)?. Como bien dijo M, es una fantasía. Aunque no sé si sea bueno estar de acuerdo con él si se supone que requiere ayuda, de cualquier tipo.

    Por lo demás, no esta mal que en las reuniones haya alcohol, ya que en la medida correcta, ayuda a expresarnos mejor, al menos a mi me ayuda, me quita esa maldita timidez con la que cargo. Lo que no se debe perder es el objetivo de la Fundación: la amiga Cleotilde.

    Bienvenido a casa Tristán, y tranquilo, porque de pendejos y locos, todos tenemos un poco...

    Saludos!

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  2. buena historia aunque inconclusa. EseM podría ser un personajazo, necesita más explosión. Buena imagen de la blusa mojada, sexy pero escondido. Nos dejaste en ...

    Saludos

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  3. Claudio: Cleo debe estar feliz disfrutando las pendejadas de sus seguidores. Saludos.

    Wil: gracias, en verdad M es un personajazo de la vida. Y las blusas mojadas son lo máximo. Un beso.

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  4. Excelente cuento Laura, te reivindicas...


    JM.

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  5. Esa imagen de la blusa mojada, a lo mejor sea la prefiguración de lo que será tu vida en Xalapa (donde caen unas lluvias....). Ya me contarás.

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  6. Laura:

    Veo que pronto te cambiarás de ciudad. Pongo a tu disposición mi nave espacial, el Popotito 22, en su sección VIP, donde sólo viajan personas importantes y muchachas bonitas como tú. Pero si ya viajaste, te dejo este mensaje:

    Éxito en tu nueva empresa y que nunca falte el café, el pay de queso y un enorme paraguas con estampados japoneses

    Tu amigo, Chincho

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  7. Eduardo: la imagen perfecta para mis días en Xalapa.

    Chincho: el café sobrará. Espero pronto abordar la nave y que me rodeen chicos guapos. Un beso.

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